Es la estación de la interiorización. De la entrada en nuestro interior, de lo que forma la estructura dada por la genética que hemos recibido de nuestros padres. Lo mas díficil de modificar. Nuestro esqueleto. Frío, con poco movimiento.
Es como un profundo océano del que puede emerger cualquier cosa. Generaciones y generaciones de antepasados que se manifiestan hoy en nosotros a través de nuestro diseño genético.
Es la personalidad que nos separa del mundo. Un yo y un vosotros. Mis intereses egoístas y lo demás.
Lo que ocurrió en generaciones previas que nos precedieron y que reaparece en nuestras vidas para ser integrado en/y con Amor. A través de la sexualidad lo transmitimos a las siguientes generaciones, purificado con el fuego del corazón o reproducido en automatismos inconscientes.
La interrelación y el juego entre las estaciones llega, en la psicología taoísta, a producir tratados portentosos como el texto sagrado del I CHING o libro de las Mutaciones.
