Mis recuerdos con Claudio Naranjo.

Claudio Naranjo

En el año 1973 fui fundador en Madrid junto con mi compañero psiquiatra el Dr. Jesús María Gómez Jiménez de la Sociedad española de Análisis Transaccional y terapia Gestalt. Introdujimos estas técnicas en España, procedentes de la I.T.A.A.  en San Francisco, que hoy se aplican en muchos centros de nuestro país. A aquel centro situado en la calle María de Molina, viniste a dar una conferencia sobre terapia Gestalt, ese fue mi primer encuentro contigo. Hoy desde aquí quiero darte las gracias por tu despedida.

En la primera semana de Mayo de 1988 hice el Proceso Fisher Hoffman con  Bob Hoffman, uno de sus fundadores. Me fascinó que en el breve tiempo terapéutico de una semana se consiguieran tantos resultados terapéuticos, lo que hizo que me formara en esa técnica y que fuese el supervisor para España del Proceso Hoffman. Tú también fuiste paciente de Bob e incorporaste técnicas Gestalt al trabajo del proceso, como el dialogo «Niño-Intelecto» o la aplicación de los eneatipos a las distintas fases del curso.

 A principios de la década de los noventa quisiste introducir tu trabajo del Eneagrama aplicado a la Psicopatología en la Universidad española y nos fuimos a la cátedra de Psicopatología general de la universidad Autónoma que dirigía mi amigo el Dr. José María Poveda donde diste unas magníficas conferencias sobre las técnicas del Eneagrama aplicadas a la psicopatología. Recuerdo en aquellos días nuestro interés común en «Las Sincronías» en las que múltiples hechos coinciden a la vez mágicamente conectadas entre si y en un continuo que hacen del momento presente la chistera de un gran prestidigitador de la que surgen hechos maravillosos y reveladores que cautivan nuestra atención. Lo mejor no fueron tus conferencias sino la vivencia de este hecho en nuestras cenas, visitas a museos y otros encuentros.

Cuando te fuiste mi vida cambió, dejé el Proceso y creé un nuevo curso al que bauticé con el nombre de «Aprender a Ser Libres«. Después, casi 30 años de silencio. Por ello me sorprendió tu llamada telefónica de hace unos días interesándote por mi vida profesional y lo que estaba haciendo. Fue agradable ese reencuentro telefónico aunque no lo comprendí bien. Hoy con la noticia de tu muerte lo comprendo. Gracias por tu despedida y el ser consciente de la influencia que aquellos encuentros tuvieron en mi devenir profesional. 

Dr. Ramón Carballo Sánchez.