El Gurú y nosotros

Al menos en Occidente la religión ha sido sustituida por la ciencia. Muchos ya no creen en la o las religiones, pero nadie duda de la Ciencia y sus logros: satélites espaciales, submarinos atómicos, televisiones, robots quirúrgicos, internet, múltiples modelos de aviación, energía nuclear, el móvil que está en mis manos… podría continuar y el breve espacio de este artículo se quedaría muy corto para seguir enumerando «el santoral» de la Ciencia. Nuestra fe en los logros de la ciencia es incuestionable igual que sus beneficios. Bien o mal usados ya es otra cuestión. Igual que las jerarquías religiosas han utilizado nuestra fe en su propio beneficio, ¿acaso los gobiernos, o las grandes empresas multinacionales, no están haciendo hoy algo similar en su propio interés?.

Como psiquiatra hablo de la mente y el cerebro. Conscientemente utilizamos un 8% de nuestra capacidad mental, el 92% restante opera a nivel inconsciente, es decir que no nos enteramos. Lo vemos en los resultados que nuestras acciones u omisiones nos muestran en la vida. Casualidad decimos. Destino, suerte, opinamos. 

Un día hablando con el director de un centro de Astrofísica, me decía que apenas conocemos un 8% de como opera el Cosmos, pero ello nos permite poner satélites en órbita o mandar naves espaciales a la Luna o Marte. Igual que nuestro cerebro, le contesté, solo somos conscientes de un tanto por ciento similar y con eso nos movemos por el mundo y hacemos un montón de cosas, muchas de ellas con miedo y dudas, acaso ¿no es normal tenerlas manejando la máquina más poderosa del planeta, sabiendo utilizarla un tanto por ciento tan escaso? me refiero a nuestro cerebro.

Nuestros padres y educadores nos han enseñado a usarlo en la misma escasa proporción que ellos lo utilizan.

¿Podemos pasar de la oscuridad de ese uso precario a la luz de utilizarlo con su máximo potencial?. La palabra Gurú significa eso: lo que nos lleva de la oscuridad a la luz.

El fundamento para hacerlo está en integrar en un compacto único toda la información que procesamos: que lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos sean lo mismo. Acaso ¿muchas veces no pensamos una cosa, mientras sentimos otra distinta y hacemos algo diferente? Es decir vivimos fracturados en lugar de integrados con nosotros mismos.

Ese primer paso unido al de asumir la responsabilidad por lo que pensamos, sentimos y hacemos nos permite darnos cuenta que somos los creadores del mundo que percibimos y que este es un reflejo de nuestro mundo interior.

Integrándonos y responsabilizándonos pasamos de vivir en la oscuridad a disfrutar de la luz de la vida. Al hacerlo nuestros cerebros manifiestan toda su capacidad creadora. Nos unimos, nos «religamos» con nosotros mismos y la religión se hace ciencia al ponerla en práctica, de forma que siguiendo y utilizando unos parámetros se obtienen siempre unos resultados. 

Y este es el desafío actual de la humanidad: utilizar sabia y responsablemente la prodigiosa herramienta evolutiva que es nuestro cerebro-mente, o dejar de lado nuestra responsabilidad depositándola en manos de poderes supuestamente ajenos a nosotros, para que hagan con ella lo que históricamente ha sido su conveniencia egoísta.

Cada uno de nosotros decidimos. «Mi Gurú y yo» es la relación integrada que tengo conmigo mismo manifestándose en la vida.

A punto de hervir.

 –!Despierte! !Levántese! y no se detenga hasta que no haya alcanzado la meta, y por favor, sea valiente!-

S. Vivekananda y Gurú Raj Ananda.

Si llenamos una olla con agua a punto de ebullición y arrojamos una rana dentro de ella, ésta saltará inmediatamente fuera del agua y apenas saldrá dañada. Si ponemos el agua a una temperatura adecuada en la que la rana se sienta cómoda y poco a poco vamos calentando el agua hasta alcanzar el punto de ebullición, la rana morirá hervida sin hacer nada para remediarlo.

Siéntese cómodamente delante de su televisor y mire las noticias que quieren ponerle, tan bien diseñadas para que la incomodidad que producen sea tolerable. Hace años pusieron las noticias de los robos del «hermano Juan», de Roldán, de Renfe y poco a poco empezó a calentarse el agua, grado a grado. Siguió Caja Madrid, la familia Pujol, la Junta de Andalucía, quizá notó cierta quemazón con la financiación del Partido Popular y un larguísimo etc que daría para escribir durante un mes solo con lo que se sabe y posiblemente, para una biblioteca similar a la de Alejandría con lo que no se sabe. Pero como estamos tan cómodos sentados delante de la caja boba – porque en bobos nos transforma- preferimos no levantarnos y hacer algo, mientras lentamente nos vamos asando como San Lorenzo, y si nuestro grado de masoquismo es insaciable pediremos que nos den la vuelta solicitando otro hervor. Claro que el Santo lo hacia para alcanzar el Cielo y nosotros solo por estúpida y ciega comodidad, y empleo estos adjetivos porque, mientras estamos distraídos, aquellos en los que confiamos nos meten la mano en el bolsillo para robarnos lo que nos ha costado ganar con el sudor de nuestra frente. Lo siguiente es el cementerio y se habrá acabado el problema, o eso parece, aunque no estamos seguros de que sea así.

 Pero si con el primer robo público saltamos de nuestro asiento y apagamos la caja que en bobos nos ayuda a transformarnos, y hacemos algo, en lugar de consentir con nuestra pasividad que nos roben descaradamente, podremos salvar nuestra economía, y sobretodo nuestra dignidad porque con nuestra pasividad hemos consentido que así lo hagan, sabiendo que nos mienten descaradamente, negándonos que el agua es incolora, inodora e insípida y dándonos a beber aguas de letrina y lo que es peor, agradeciéndole al político de turno que nos la dé y no nos deje morir de sed. Los esclavos del imperio romano vivían mejor, repase la historia; eso si, ellos sabían que no eran libres y a nosotros nos han vendido que lo somos.

Que grato es creérselo ¿verdad? aunque sea mentira. Es posible que muchos quieran seguir creyéndoselo hasta que estén, como las ranas, completamente hervidos.