La evolución se produce aprendiendo a través de la experiencia.
Cuando tenía 3 años de edad, mi padre tenia una vieja radio de madera conectada por un cable a un enchufe de la red eléctrica.
Cuando radiaban algún cuento mi padre me llamaba: -¡Ramoncito ven pronto que empieza un cuento!
Yo acudía tan rápido como me permitían mis pequeñas piernas y me sentaba en el suelo, frente a la radio, a escucharlo. Después de escuchar unos cuantos empecé a intrigarme por donde venían los cuentos; con 3 añitos de inteligencia concluí que tenían que venir por el cable eléctrico que unía el cable con el enchufe. Ni corto ni perezoso me dispuse a meter los dedos por los agujeros del enchufe para «atrapar el cuento».
-¡Ten cuidado Ramoncito te va a doler, saca los dedos del enchufe!
Yo, ante la advertencia de mi padre, hice oídos sordos y metí los dedos en el enchufe dispuesto a atrapar el cuento y ¡Ayyyy! menos mal que en aquel entonces la corriente era de 125. Nunca volví a meter los dedos en un enchufe.
Mi padre no pudo enseñarme con palabras lo que era la experiencia del desagradable contacto con la electricidad. Tuve que aprenderlo por mi mismo.
¿Evolución y experiencia?
No nos vayamos más lejos: II guerra mundial, Hitler arrasa Europa, 6 millones de judíos incinerados. Millones de muertos en combate, hambre, ruina y desesperanza. Guerra civil española, cientos de miles de muertos, hambre, miedo, otra vez ruina y desesperanza. Ganadores y perdedores, aunque la verdad es que toda España perdió.
Hoy, Ucrania posible inició de la III guerra mundial, y seguimos metiendo los dedos en el enchufe, a pesar de que la historia nos advierte de lo que ocurre al hacerlo. Da igual, en esta tierra el ser humano solo aprende de la experiencia propia, no a través de la de los demás, ese segundo aprendizaje solo está reservado para genios avanzados, no solo de mente sino también de corazón. Son escasos.
Y el genio vive creando en el presente, absorto en él y, como un Dios, disfrutando de su creación. En ese estado ¿angélico? No hay tiempos pasados ni futuros en los que la vida pueda ser más feliz, lo es Ahora o nunca y el genio lo sabe, la muchedumbre no, por eso el genio se aísla en su creación.
La muchedumbre necesita vivir en carne propia las experiencias que otros le han contado.
Es tan sencillo que da risa. Lo difícil es ser sencillo.
Seámoslo. Seamos conscientes del espacio que ocupan las distintas partes de nuestro cuerpo: entrecejo, ojos, nariz, boca, cuello, tórax, piernas y pies. Solo conscientes del espacio que ocupan. Si vienen pensamientos dejémoslos que pasen como nubes en el cielo y volvamos a ser conscientes del espacio. El tiempo desaparece porque el tiempo son nuestros incesantes pensamientos del pasado y del futuro. Solo seamos conscientes del espacio y Eso que los pensamientos no pueden ni imaginar, Eso seremos. Y es que ya lo somos, queramos o no, porque Eso es la realidad. Lo demás son ilusiones.
Muy lúcido.
Un fuerte abrazo Luz!