Aceptación no significa resignación, significa reconocer lo que hay tal como es, después podemos hacer con ello lo que consideremos mas apropiado.
Aquello que no aceptamos nos ata, lo que aceptamos nos libera
Nos ata la educación emocional que recibimos durante la infancia, habitualmente de nuestros padres. La no aceptación de esa educación recibida, trae como consecuencia, negatividad emocional. Sentimos ira, miedo, tristeza o culpa si imitamos los comportamientos que aprendimos de ellos, o nos rebelamos contra sus maneras de comportarse en la vida y hacia nosotros.
Lo que repetimos desde nuestro inconsciente
Quizás fue su abandono, su invalidación, su victimismo, su autoritarismo o tantos otros comportamientos que han generado sufrimiento, negatividades que aprendimos de ellos y que, inconscientemente, repetimos en nuestras relaciones, encadenando nuestra atención a un bucle repetitivo al que llamamos destino y al que solo nosotros podemos poner fin.
Puede ser un largo camino o mas corto si dirigimos nuestra atención hacia todo lo bueno que hicieron por nosotros y que ha nutrido la vida que vivimos.
Ampliar la perspectiva
No podemos cambiar lo que pasó, pero si podemos ampliar la perspectiva desde la que lo vivimos, la comprensión y la compasión son dos atalayas que amplían la mirada de nuestra infancia. De ellas nace el agradecimiento del corazón que nos libera y ayuda a aceptar la vida que tenemos. Hasta aquí ha sido un trabajo personal deliberado y quizás hasta arduo, con avances y retrocesos pero siempre premiado por la perseverancia.
Lo grandioso
Después comienza el proceso de aceptación de lo inevitable y lo inevitable es grandioso, el Ego ya no se implica mas en un esfuerzo personal de purificación y, simplemente, nos dejamos llevar.
Nuestra atención, liberada de una perspectiva infantil limitada, puede abrirse a la conciencia y al movimiento del planeta que habitamos, con sus días y sus noches, con sus estaciones resultado del movimiento elíptico de nuestro planeta alrededor del Sol.
Viajando en la Vía Láctea
Y el Planeta no es una piedra gigantesca que da vueltas y mas vueltas y que solo está a nuestro servicio para su explotación y expolio, La Tierra es un Cuerpo Celestial Consciente. A su vez, todo el sistema solar esta viajando hacia el centro de nuestra Vía Láctea, una entre millones de galaxias, todas ellas Cuerpos Celestiales Conscientes, que ocupan un espacio incomprensible para la mente y que enmarca nuestra Evolución colectiva e individual. Su contemplación es una experiencia que ilumina el entendimiento y trae paz al corazón.
Sobre ello daremos un curso mas de «EVOLUCIÓN» en la próxima semana santa.
Será un placer compartirlo con vosotros.