«Hay más sufrimiento en el mundo por los deseos concedidos que por los no concedidos«.
Teresa de Calcuta
Junto con los animales compartimos los deseos de sentirnos seguros en un hogar, con una alimentación y un trabajo garantizados; si estas necesidades están amenazadas podemos sentir miedo, ansiedad, tristeza u otras emociones negativas que son directamente proporcionales a la intensidad de nuestro deseo.
También forma parte de nuestra naturaleza animal el universo de los placeres sensoriales, la degustación de una comida, ver un paisaje bonito, escuchar una audición musical y cómo no, las relaciones sexuales. Si estos deseos no son satisfechos podemos sentir rabia, miedo o tristeza, es decir sufrimiento emocional.
Las estructuraciones sociales jerarquizadas de poder, son un tercer nivel que también compartimos con los animales, porque no es lo mismo ser el jefe de una manada de monos que ser el último mono que tiene que sacarle las pulgas, rascarle o ser sumiso ante su jefe. De la misma manera, no es lo mismo ser el presidente de una gran corporación bancaria que el bedel que le abre la puerta con una leve pero evidente reverencia.
Nuevamente el sufrimiento egoico emocional puede manifestarse si nuestro deseo de rango dentro del orden social no es satisfecho. El dinero es un símbolo con el que podemos comprar seguridad, placeres o poder, de ahí que, hoy como siempre, se adore y reverencie al becerro de oro.
Naturalmente que prefiero vivir en una gran casa, tener un coche magnífico, ser el presidente de la empresa o disfrutar de una placentera relación sexual, pero ¿voy ha sufrir emocionalmente si no los tengo? y ahí está la diferencia entre los deseos y preferencias, con el primero sufrimos emocionalmente y con las segundas no.
Desde los niveles de nuestras seguridades, sensaciones y poder, percibimos a otro ser humano como si fuera un objeto que pueden ayudarme a conseguir lo que quiero o pueden representar una amenaza para que lo obtenga. A ese conjunto de manipulaciones aprendidas en el tiempo para obtener lo que dictan nuestros deseos, le llamamos Ego o personalidad y el Ego es la causa raíz del sufrimiento.
Si transformo mis deseos en preferencias, la otra persona ya no es percibida como un objeto si no como un ser humano con quien podemos compartir el Amor de nuestro corazón.