Como los árboles que pierden sus hojas en otoño porque la savia va hacia la tierra, hacia sus raíces, nosotros, que también somos condicionados por el planeta y sus estaciones, cuando nos invade la tristeza sentimos como nuestra energía cae hacia el suelo.
Estírate y pon tu cuerpo bien derecho. Levanta la barbilla hacia arriba y mantén un rato esta postura. Mejorará tu estado de ánimo.
Te sentirás aún mejor si en tu rostro esbozas una sonrisa. Es forzada, ya lo sé, pero pruébalo estirando los labios hacia atrás y hacia arriba; haz lo mismo con las comisuras de los ojos. Mantén la sonrisa, tu cerebro está procesando la información que le llega de los músculos faciales de que tu percepción es sonriente.
Puedes ayudarte aún mas recordando imágenes de tu vida que te provocaron una sonrisa. Si quieres continuar un poco más, imagínate que tu sonrisa se condensa en un poco de saliva, traga esa saliva impregnada y dirígela hacia el área de tu corazón inundándolo de alegría.
Vuelve a producir más saliva, continuando con tu sonrisa, y traga esa saliva dirigiéndola hacia tus riñones (parte posterior de la espalda, más o menos a la altura del ombligo)
Repite el mismo proceso hacia el hígado (parte derecha del abdomen detrás de las costillas más bajas)
Los pulmones que ocupan el tórax, y el Bazo que está en la cavidad abdominal en el lado opuesto al hígado.
Este ejercicio elevará la vibración de la tristeza hacia un estado más feliz.
Si con todo esto no lo logras superar tu tristeza, conocemos técnicas más profundas y te enseñaremos a aplicarlas.